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Empezaremos con las teorías estructuralistas perfiladas por Anthony Giddens en las nuevas reglas del método sociológico. La teoría de la “estructuración” formulada por Anthony Giddens en los años setenta y expuesta plenamente en su obra: La Constitución de la Sociedad (Giddens, 1984), intenta no sólo conceptualizar el dualismo “estructura-agencia”, sino que ofrece una manera de vencer este dualismo afirmando que la estructura misma es dual: la dualidad de la estructura.
Es así como Anthony Giddens va a la vanguardia en formular una teoría que da cuenta de un fenómeno muy poco trabajado dentro de las ciencias sociales: la modalidad en que los sistemas sociales se constituyen a través del tiempo y del espacio . Para avanzar hacia esta dirección, reformula el trabajo del geógrafo sueco T. Hägestrand y desarrolla el concepto “locale” para delimitar el espacio que proporciona un contexto para la interacción humana y se constituye en el elemento básico para determinar la zonificación de las interacciones sociales rutinarias. Un elemento central en la teoría de la estructuración, son las prácticas sociales que se suceden en el espacio-tiempo (Giddens, 1984, 10-139).
Además, debemos considerar dos entradas teóricas que privilegian el rol de los actores: el desarrollo local y el empoderamiento. El Desarrollo Local, habla de “Proceso de desarrollo humano integral que parte y se verifica en espacios locales en los que las personas se encuentran y relacionan entre sí y pueden crecer en seis dimensiones, lo social, económico, político, cultural, ético, ecológico” ; otro concepto desarrollado es “proceso concertado de construcción de capacidades y derechos ciudadanos en ámbitos territoriales político administrativos del nivel local, que deben constituirse en unidades de planificación, de diseño de políticas, estrategias y proyectos de desarrollo en base a los recursos, necesidades e iniciativas locales” . Ambos casos evidencian que si el proceso de desarrollo de carácter integral se circunscribe a un territorio específico estamos hablando de Desarrollo Local que no significa distrital, provincial o regional, sino es un espacio físico, que “puede ser un barrio, una zona, una micro región, un país, en donde existan un conjunto de elementos en interacción dinámica, localizado dentro de los límites...” , en este caso específico nos referimos al espacio de Lima Metropolitana.
El desarrollo local entonces, privilegia un tipo de desarrollo, el desarrollo endógeno, es decir; considera las potencialidades y a los actores de cada territorio, e invita a una participación activa de los mismos en los procesos diversos que enfrentan las ciudades. En este caso, una lectura desde el desarrollo local se hace necesaria debido a los niveles de participación de los líderes, dirigentes y miembros de las organizaciones sociales, porque a lo largo de los años han participado desde sus actuales organizaciones o desde las territoriales, en las decisiones que influenciaron la construcción de sus localidades.
Por otro lado, se resalta al ser humano, entendiéndolo no sólo como objeto sino también como sujeto de su propio desarrollo, donde las capacidades humanas se generen adecuadamente y exista la capacidad de toma de decisiones que permitan insertarse exitosamente en espacios mayores a su ámbito de intervención, estas decisiones se darán en todos los sectores tanto públicos como privados, buscando actuar de manera coordinada y consensuada para alcanzar el desarrollo armónico. Este desarrollo implica el uso adecuado y sostenible de los recursos de un territorio (humanos, financieros, de infraestructura, etc.).
Y estos pasa en todos los ámbitos territoriales, pero es en las ciudades, que son cada vez más independientes, autónomas y con otro tipo de responsabilidades, las que son llamadas a promover procesos de desarrollo tomando en cuenta todas estas condiciones preexistentes, tanto a nivel interno como externo. Por ello algunos hablan de lo glocal (Robertson: 1992), refiriéndose con ello a que desde las ciudades se debe actuar local y pensar global, tomar las decisiones en los territorios micro de acuerdo a las tendencias del sistema mundo, tanto económicas, políticas, energéticas, financieras, etc.
Por otro lado, el empoderamiento proviene del verbo en inglés empower, asociado a la idea de que una persona ejerce poder. En la realidad latinoamericana, sin embargo, el significado depende del contexto social y político en el cual se aplique. Los términos castellanos mejor asociados al concepto de empoderamiento son: autofortalecimiento, control, poder propio, autoconfianza, decisión propia, vida digna de acuerdo con valores, capacidad para luchar por derechos, independencia, tomar decisiones de manera autónoma y ser libre, entre otros.
Según el Banco Mundial, el empoderamiento implica tres procesos fundamentales: (i) la transformación de la pasividad en acción, (ii) el desarrollo del poder de una persona o comunidad sobre sí misma, y (iii) el descubrimiento de la realidad para fortalecer capacidades y superar dificultades .
En una perspectiva más amplia, empoderamiento significa aumentar la autoridad y el poder del individuo sobre los recursos y las decisiones que afectan su vida; la expansión de la libertad de escoger y actuar sobre las circunstancias socioeconómicas y políticas que lo afectan. En la medida en que los pobres comienzan realmente a escoger y decidir cómo enfrentar sus problemas, van incrementando el control sobre sus propias vidas.
De acuerdo con este punto de vista, el empoderamiento se refiere al incremento de los activos y las capacidades de grupos e individuos diversos, con el objetivo de participar, negociar, influir y controlar aspectos que afectan su bienestar.
Para lograr el empoderamiento es necesario promover el desarrollo de capacidades individuales y colectivas de la población, de modo que éstas aprovechen las oportunidades que el entorno les brinda , permitiéndoles contar con bienes y servicios para acceder o mantener un nivel de vida adecuado. Este desarrollo de capacidades debe estar acompañado de una expansión de las mismas para poder elegir y actuar.
En este sentido, empoderar implica remover aquellas barreras institucionales formales e informales que impiden a los individuos emprender acciones para aumentar su bienestar y limitan sus capacidades de elección .
El empoderamiento contempla cuatro aspectos claves para lograr la remoción de las barreras económicas, sociales, políticas y culturales que obstaculizan la capacidad de los individuos de elegir y acceder a oportunidades: (i) acceso a información, (ii) inclusión y participación, (iii) responsabilidad o rendición de cuentas, y (iv) capacidad organizativas locales.
El acceso a información se torna un elemento clave para el empoderamiento, en tanto que los ciudadanos informados están mejor preparados para aprovechar oportunidades, obtener servicios, velar por sus derechos, asumir sus deberes, negociar eficazmente, y controlar las acciones del Estado y de los actores no estatales. Es necesario que las poblaciones pobres cuenten con información relevante, oportuna, clara y comprensible para que puedan actuar de una manera adecuada.
El empoderamiento, utilizado como medio para alcanzar un mayor desarrollo, requiere de una inclusión social que permita la eliminación de obstáculos institucionales y, a la vez, el desarrollo de incentivos que aumenten el acceso de diversas poblaciones a oportunidades de desarrollo, capacidades y activos.
Es precisamente esta necesidad de inclusión social, la que se ha visto negada en el país, pues en la actualidad, muchas personas viven y se autodefinen como excluidos, en medio de un clima político adverso donde la representatividad está cada vez más en duda.
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