México
puede considerarse un país joven en pleno tránsito a la adultez; hoy en
día, residen 20.2 millones de jóvenes
entre 15 y 24 años de edad; en conjunto, los jóvenes representan cerca de la
quinta parte de la población total del país
Sin
embargo, el peso específico de la población joven ya ha comenzado a disminuir,
a causa del descenso en los niveles de fecundidad desde las últimas décadas.
Esta disminución ha sido producto tanto de cambios sociales y culturales en
torno a la reproducción, como de políticas de planificación familiar; junto con
la disminución de la mortalidad –principalmente infantil- reduciéndose así el
número de hijos por mujer en el país.
Esta
disminución en los niveles de fecundidad, y en general la transición
demográfica por la que ha pasado el país durante las últimas décadas, no sólo
ha tenido efecto en la población joven, sino en toda estructura demográfica nacional, llevándola a una clara tendencia al
aumento, de población de mayor edad por
un lado y por el otro, a la reducción,
de los grupos de edades más jóvenes.
Con lo anterior se espera que, para el año 2030, la población joven se reduzca a 13.6%; de 20.2 millones a 16.4 millones, esto se traducirá gradualmente, en la primacía de la población de adultos entre 25 y 64 años de edad, grupo que llegará a representar a poco más de la mitad de la población total del país.
Otro aspecto relevante será el aumento en la proporción de los adultos mayores (65 y más años), quienes representarán cerca de la décima parte de la población hacia ese mismo periodo
Si
bien este escenario demográfico implica
en el mediano y largo plazo grandes retos para el país en todos los ámbitos de
la vida social, tambièn es cierto que representa el hecho de contar con una
cantidad inédita de personas en edad productiva (entre 15 y 64 años de edad)
que prácticamente duplicará a la población económicamente dependiente (0 a 14
años y 65 y más años) durante las primeras décadas del siglo XXI; en que los
jóvenes de hoy y de mañana serán parte de dicho fenómeno.
Como
se mencionó en un principio, el descenso en los niveles de mortalidad ha sido
uno de los factores más influyentes en este fenómeno, la población más
beneficiada por esta reducción han sido los niños; entre los jóvenes, si bien
las defunciones han disminuido, lo han hecho a un ritmo menor; 2.6% en 2010 y se estima que dicho indicador
se reduzca hasta en un 70 por ciento hacia el año 2030, hasta llegar a 0.8 por
ciento; el cambio más bajo respecto a
cualquier otro grupo de edad.
Cabe
destacar que la mayor mortalidad se presenta en los varones y éste fenómeno
podría ser explicado por la más alta exposición de éstos a actividades de alto
riesgo; la principal causa de muerte entre ellos son los accidentes y lesiones.
Es decir, se trata de muertes prevenibles que requieren
de políticas preventivas y sanitarias muy específicas.
En
segundo lugar, la migración se torna un factor determinante en la dinámica
demográfica en un contexto de crecimiento poblacional bajo, fundamentalmente,
por efecto de la disminución de la
fecundidad. Y ésta a su vez, puede ser un factor detonante en la transición a la
adultés por parte de los jóvenes, al acelerar o incentivar la obtención del
primer empleo, la salida del seno familiar,
el abandono de la escuela o la formación de un nuevo hogar.
Los
jóvenes forman parte significativa de estos flujos migratorios: una cuarta
parte de los movimientos migratorios internos y aproximadamente 40 por ciento
de la migración internacional, corresponden a la población entre 15 y 24 años
de edad. Esto se traduce en que los jóvenes tengan una dinámica cien por ciento
más alta que la población total. Adicionalmente la tasa masculina de migración
internacional es hasta 70 por ciento más alta que la de las mujeres (-13.7 y
-8.1 por cada mil, respectivamente).
Por
otra parte, si bien la migración internacional de la población joven es un
evento predominantemente masculino, las
mujeres ocupan un lugar cada vez más relevante en dicho fenómeno. De hecho una
cuarta parte de los estados de la República reportan flujos migratorios
femeninos más altos que los de los hombres.
En
otras palabras, si bien la migración masculina sigue siendo mayoritaria y en
varios casos significativamente alta,
sobre todo en aquellos estados de mayor precariedad socioeconómica y que
tradicionalmente han sido zonas de expulsión poblacional, las mujeres sostienen
flujos migratorios importantes sobre todo en
aquellos estados que en las últimas décadas se han convertido en importantes
espacios de atracción
demográfica
tanto nacional como internacionales.
El
bono o dividendo demográfico es, conceptualmente, una relación de proporciones
que, para traducirse en un impacto concreto y positivo en las condiciones de
desarrollo del país, requiere —desde hace ya varios años— medidas contundentes
en materia de salud, educación y empleo, a fin de que los jóvenes a los que
nos referimos ahora y los del futuro encuentren condiciones favorables para el
desarrollo de los proyectos de vida que tengan razones para considerar
valiosos.
Esto
hace indispensable crear las condiciones socioeconómicas necesarias para
integrar adecuadamente a este grupo de población a la sociedad, al sistema
educativo y al mercado laboral en provecho de ellos mismos y de la
colectividad. De lo contrario, puede resultar adverso, agudizando los problemas
derivados de una futura población "envejecida" que, contará con un
perfil educativo aún insuficiente, oportunidades laborales precarias e
inclusive complejos cuadros epidemiológicos de acuerdo a un escenario
tendencial.
Aunque
la coyuntura en este momento es crítica, dada la recurrencia de las crisis
económicas internacionales, la precarización del mercado de trabajo, la
compleja situación de inseguridad, la creciente amenaza a la sustentabilidad
del medio ambiente, entre otros temas que inquietan por sus consecuencias de
corto, mediano y largo plazo sobre el desarrollo nacional, el momento actual es
altamente propicio para la inversión en acciones no sólo públicas orientadas
hacia la juventud, sino y sobre todo emanadas desde la juventud.
Para
ello, es necesario reconocer las necesidades específicas de los jóvenes,
teniendo en cuenta que no se trata de un grupo homogéneo, sino que incluso al
interior de esta población, las diferencias de género, generación, origen
étnico y estratificación socioeconómica, pesan de manera notable en su
comportamiento demográfico y, en última instancia, en su desarrollo.
Fuente: CONAPO 2010. La situación demográfica de México
2010. DISPONIBLE EN: http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/La_Situacion_Demografica_de_Mexico_2010
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